Para mi primer artículo en este blog, me gustaría tratar de un tema que lejos de ser abstracto es la base de la educación que recibimos desde pequeños. ¿Quién no recuerda a sus padres, profesores o abuelos que le hayan intentado corregir diciéndole: «compórtate, no seas eso o no seas lo otro»?
Ser, estar, tener, hacer, son algunos de los grandes verbos que estructuran nuestras existencias. No se trata de restarle importancia a lo que representa cada uno, sino de determinar cual describe mejor lo que está en nuestras manos, en nuestro poder de decidir sobre nuestra vida, de cambiarla o de perseverar en ella, y qué nos define mejor.
Si el ser es algo que debemos más a decisiones de nuestros padres, el estar a nuestras circunstancias inmediatas, el tener puede ser cuestión de herencia o fruto del trabajo, sin embargo, lo único que verdaderamente está en nuestras manos y puede ser un factor de cambio, de crecimiento o de persistencia, la verdadera fuente de satisfacción es… el hecho de hacer.
¿Pero qué hacemos cuando hacemos algo? ¿Qué podemos hacer?
Podemos hacer más de lo que pensamos, mucho más, precisamente cuando pensamos que no podemos hacer nada.
¿Y por qué no? Voy a resaltar estas palabras que me parecen un claro ejemplo de reflexión contradictoria, pero cargada de sentido, como lo es a menudo el pensamiento complejo, el único que permite aprehender la realidad.
Bertrand René Gerard Maridor
Psicólogo General Sanitario