En este artículo, me voy a dedicar a explicar mi labor como psicólogo en Ourense (ciudad de puentes), hilando una metáfora sobre los puentes. Verás que tiene mucho que ver Ourense y sus puentes con mi labor como psicólogo que desarrollo en Ourense.
Psicólogo para tender puentes
La labor de psicólogo es la de un mediador. Un mediador entre personas, entre una persona y su pasado, entre una persona y sus proyectos, entre un problema y su solución.
¿Y por qué puentes y no carreteras? Quizás porque hay algo aéreo en el trabajo del psicólogo. Buscamos apoyos firmes a partir de los cuales avanzar. Pero avanzamos entre hipótesis y objetivos a través de unos territorios a veces conflictivos, olvidados, oscuros, pantanosos o incluso totalmente aterrorizadores.
Mi labor como psicólogo es la de unir o reunir partes dislocadas. Es la de tender puentes.
Psicólogo para replantear ideas.
Para construir algo estable y sano, es necesario apoyarlo sobre buenas bases.
En un puente, los puntos de apoyo son tan fundamentales que determinan el diseño del puente.
¿Qué pasa con el puente romano de Ourense?
Pasa que lo cruzo cada semana. Lo he mirado desde muchas perspectivas y lo tengo claro… No es el puente que parece. Creo firmemente que las bases y los apoyos del puente son las de un puente romano. Pero igual que a veces tenemos que replantearnos como interpretar los mismos hechos y la misma información, igualmente considero que el diseño actual ha sido replanteado aprovechando las bases de un antiguo puente romano. La persona que quiera convencerse de que hay algo raro al respecto, sólo tiene que echarle un ojo atento al puente desde alguna orilla. Podrá apreciar claramente la transición entre bases hechas de bloques muy grandes y con un acabado muy tosco (o quizás desgastadas por el tiempo y los elementos) que sirven de apoyo, como si fueran peñascos, a la parte aérea del puente, hecha de piedras más pequeñas, mucho más lisas, mucho mejor agenciadas. El observador dedicado podrá incluso observar como el primer arco del puente que sortea el agua del Miño, viniendo del norte, presenta en las alineaciones de piedras talladas, como si fuera una cicatriz: los restos de un arco anterior. Este arco de piedras empieza con una menor inclinación lo que crearía un puente menos elevado, con un arco más abierto y por lo tanto menos fuerte a la hora de soportar cargas. No sé si se trata de un diseño que se abandonó durante la construcción de la parte aérea del puente o sí es un resto de un arco del puente romano inicial. Pero sé que está ahí y que algo nos dice: no hay un solo diseño, lo que indica que en este preciso lugar hubo más de un puente construido.
El diseño actual parece ser mejor que otros que podemos adivinar observando las piedras que constituyen el puente, el hecho de que este en pie indica que está preparado para soportar las cargas y condiciones en general a las que se ve expuesto.
Del mismo modo, en la vida, hay maneras más asertivas de hacer las cosas, hay ideas más beneficiosas para nuestra salud y nuestro equilibrio mental. Cuando nos vemos obligados a hacer el spagat para mantener unidos aspectos muy distanciados de nuestra propia vida, estamos menos preparados para soportar cargas (mentales en este caso) que si podemos tener los pies mucho más juntos.
Pero la capacidad de soportar cargas a pesar de la distancia a cubrir no lo es todo. Otro aspecto fundamental del puente como de la mente humana es de capacidad de dejar pasar, de dejar fluir las cosas. El puente que ofrece demasiada resistencia al paso del agua se convierte en una presa que no tardará en romperse. Del mismo modo, en la vida muchas son las cosas que tenemos que aprender a dejar pasar, a dejar atrás para que no se conviertan por su acumulación en la fuente de una fractura y en el mantenimiento de nuestro dolor.
Un puente, un objetivo.
¿Cúal era el objetivo de los romanos a la hora de construir puentes?
Poder salvar obstáculos: corrientes de agua, desniveles, vacíos, para el transporte de agua (acueductos), el transporte de mercancías y de tropas (viaductos). Hasta donde recuerdo, el acueducto de Segovia, los viaductos de Salamanca, de Lugo, de Mérida, de Toledo o más cerca de Ourense capital, el puente romano del río Bibey, son puentes perfectamente planos y constituidos por arcos de medio punto (el arco romano de toda la vida, o semi-círculo) que apoyan en pilas verticales más o menos altas en función del hueco a salvar. El puente «romano» de Ourense que en gallego también se denomina Ponte Vella, no se corresponde con esas características. Podemos suponer que la constancia de realizar puentes planos nace seguramente de la voluntad de crear puentes que no supongan un nuevo obstáculo que superar. También es la manera de diseñar y reproducir un modelo que se sabe exitoso de ingeniería de caminos. Los romanos han construido muchos puentes, todos distintos pero todos parecidos, en muchas partes no sólo de España sino de Europa, porque utilizaban un método eficaz y fácilmente reproducible.
De la misma manera, en consulta no puedo preparar a mis pacientes para afrontar todas y cada una de las situaciones diferentes a las que podrían tener que enfrentarse. Pero si, puedo ayudarles a desarrollar y a tener estrategias de acción, métodos de reflexión, protocolos de decisión, que les ayuden a enfrentar problemas y encontrar soluciones donde les parecía antes que no las había, y a seguir avanzando limitando los alti-bajos por el camino. De verdad que sí tiene mucho ver ver la psicología con los puentes romanos.
Y entonces, lo has comprendido, el «puente romano» de Ourense, no es romano. Me parece que es precioso, que tiene una forma muy estilizada, pero no es llano, ni está hecho de arcos de medio punto exclusivamente. Seguramente que ocupa el lugar y reutiliza las piedras del puente romano del que ha heredado el nombre. No tiene que ser ninguna desilusión, sino comprender que las cosas tienen una historia, un recorrido y que por otra parte lo que nos dicen o lo que hemos pensado y considerado verdad es susceptible de evolucionar, en gran parte porque seamos capaces de mirar las cosas con nuevos ojos, con una mirada renovada, desde una nueva perspectiva. Y para ello, acudir a un psicólogo que te ayude a levantar cabeza y alzar la mirada cuando estás inmerso y saturado por la inmediatez de tus problemas, no es ninguna vergüenza. Sólo es la consecuencia de tener que vivir la vida y tener que seguir adelante a pesar de no siempre poder con todo. Es perfectamente humano, y para ello los humanos somos seres sociales que nos apoyamos y ayudamos y todos tenemos capacidad de escucha, empatía y capacidad de razonar o de proponer soluciones creativas y estratégicas, simplemente, el psicólogo tiene tiempo y está más preparado para ayudarte a sortear obstáculos sin generar otros.
Un texto y unas metáforas originales de Bertrand René Gerard Maridor
Psicólogo General Sanitario